Hoy hablamos de la Montia fontana, una planta semi-acuática que aparece por estas fechas, y que tiene tantos apodos como lugares donde brota. Maruja, regajo, boruja, moruja, coruja, pamplina o marusa. Nunca una planta tan pequeña se ha llamado con tantos nombres. El caso es que es una exquisitez gastronómica y es muy codiciada por su sabor, textura y como siempre por su escasez y temporalidad.
Inviernos y primaveras lluviosas como la que estamos teniendo este año, son las ideales para la aparición de tapices de marujas, que manifiestan su desarrollo en aguas cristalinas de fuentes, regatos y arroyos abiertos a pleno sol.
Su consumo principal es en ensalada y es placer de gourmets veganos. Su recolecta es muy local ya que es un producto totalmente natural y no puede ser cultivado pues su hábitat está en constante movimiento. Por estas fechas las podemos encontrar en la carta de algunos restaurantes de las zonas rurales. Sobre todo en las cercanías donde se recolectan.
El calor no es buen consejero de las marujas. Es el momento en el que la planta florece. Con ello ya pierde todos sus atributos gastronómicos. La textura endurece, amarga en sabor y ocasionalmente produce dolores de estómago en las digestiones.
Que la disfruten.