La manicura y la pedicura son tal vez los servicios más básicos de estética, pero no por eso dejan de ser una parte fundamental de la imagen personal que se renueva día a día. Los pies son una de las partes de nuestro cuerpo más olvidada. Sobre ellos se apoya nuestro peso y, frecuentemente, por imperativos de la moda, padecen los efectos de un calzado inadecuado, demasiado estrecho en la punta o con tacones excesivamente altos.
Está demostrado que llevar más de cinco centímetros de altura puede afectar tanto a la zona del empeine como a la bóveda plantar e, incluso, puede llegar a causar molestias en la espalda. La forma de andar también afecta a los pies, puede originar malformaciones en los dedos y causar durezas y callosidades que afean su anatomía.
Los cuatro problemas básicos
Hay cuatro problemas que suelen resultar bastante negativos para la salud de los pies. El primero, es en la zona de roce, como talones y plantas. Ahí surgen las durezas, que se incrementan con el uso de calzado destalonado o por deshidratación.
En segundo lugar, y más doloroso, resultan los callos.
En tercer lugar la transpiración; si no se cuida, puede derivar en la aparición de hongos y causa de mal olor.
Y en cuarto, las uñas. Si no se cortan rectas o se dejan demasiados cortas, los bordes se clavan en los laterales del lecho ungueal (el uñero).
Durante el invierno los pies reciben pocas atenciones, pero con la llegada del buen tiempo se convierten en centro de atención. Para el tratamiento de pedicura hay que seguir unos pasos determinados y un orden entre ellos para conseguir los máximos beneficios.
Los pies se sumergen en agua templada dentro de una bañera de hidromasaje. A continuación, se eliminan durezas y se cortan en recto las uñas. Luego se procede a limar las uñas y, con un palito de naranjo, se retiran las cutículas hacia atrás. Llega el momento de exfoliar en profundidad para eliminar células muertas y devolver la finura a la piel y luminosidad. Se puede aprovechar este momento para eliminar el vello del empeine y de las falanges de los dedos.
A partir de aquí, se aplica un baño de parafina caliente para suavizar la piel y combatir la aspereza y deshidratación de la zona.
Para terminar, se aplica un masaje relajante mediante una crema o un aceite esencial en sentido ascendente hasta el tobillo, para favorecer la recuperación de la piel agrietada.
La hidratación diaria es un punto fundamental de su cuidado para remediar la sequedad y la deshidratación antes de que tengan efectos irreparables sobre su aspecto y juventud.
Por último, quedaría la decoración de las uñas. El maquillaje de las uñas admite muchas variedades: puede ir a juego con la de las manos, con manicura francesa o con distintos dibujos.