Pocos compradores de modelos 4x4 se atreven con ellos campo a través, pero sin duda se animan a su adquisición por la dinámica imagen que transmiten, lo que los convierte en una buena alternativa a los clásicos familiares y monovolumen.
Precisamente, su alta demanda en mercados como el español acaba de alumbrar un nuevo modelo, en este caso procedente de la firma norteamericana Jeep. Se trata del Patriot, clónico de otro vehículo de la casa, el Compass, del que sólo se distingue por diseño, un precio 150 euros superior a igualdad de equipamiento y motor, y la ausencia de una rueda de repuesto de medida normal –lleva una de tipo galleta para uso puntual–, que sí monta el recién llegado.
Sus características
El Patriot, similar a modelos como los Hyundai Tucso, Kia Sportage, Toyota Rav4 y Honda CR-V, se fabrica en Illinois (Estados Unidos). Mide 4,41 metros de largo por 1,77 de ancho y 1,67 de alto, cotas que le permiten ofrecer un holgado habitáculo para cuatro ocupantes –número ideal para afrontar un viaje de vacaciones– y, llegado el caso, incluso para cinco.
El maletero, fácil de limpiar pero sin mucho volumen, es a priori suficiente, mientras que el puesto de conducción admite diferentes reglajes de volante y asiento que permiten adoptar una cómoda posición sin dificultad.
Eso sí, los plásticos del salpicadero y los revestimientos de las puertas son duros y toscos, aunque sus ajustes se aprecian robustos. Por otra parte, la instrumentación, iluminada en verde, ofrece suficiente información de marcha, y puede completarse a modo de accesorio con un navegador de pantalla táctil.
De serie, las dos versiones disponibles, Sport y Limited –25.840 y 27.000 euros, respectivamente–, incluyen elementos habituales como cuatro airbag frontales, control de estabilidad ESP, aire acondicionado –que no climatizador–, llantas de aleación, cierre con mando a distancia o radio-CD.
Acabados
El acabado más completo añade vidrios oscurecidos, airbag de cortina –ninguno monta los delanteros laterales–, detalles cromados, volante de cuero con mandos para el audio y el control de velocidad –no disponible en el Sport– y alfombrillas.
Ninguno puede sumar faros de xenón, asistente de párking o cambio automático, pero sí conexión de iPod.
Sólo en diésel
Hablando de la transmisión, de serie cuenta con caja manual de seis marchas y tacto correcto, que se conecta a la única posibilidad mecánica del Patriot: un turbodiesel 2.0 CRD de 140 CV fabricado por Volkswagen. De hecho, es el mismo que impulsa a la berlina Volkswagen Passat, por lo que se muestra tan rumoroso como en aquella, pero también tan austero –6,7 l/100 km– y vivaz –aceleración de 0 a 100 km/h en 11 segundos, y 189 km/h de velocidad punta–.
Aunque la dirección resulta demasiado asistida y sus mayores peso y altura generan más inercias en curvas, su dinámica no dista de la de un familiar tipo Renault Mégane Grand Tour.
Por cierto, equipa frenos efectivos y dosificables con antibloqueo ABS y corrector EBD, y también tracción total automática, que envía fuerza al eje trasero cuando el delantero pierde adherencia.
En este sentido, una tecla junto al cambio permite bloquear el dispositivo y circular hasta aproximadamente 40 km/h en 4x4, lo que no está de más si nos aventuramos campo a través. Y eso que ni su bajo y prominente paragolpes, ni la ausencia de reductoras o sus propias características estructurales aconsejan meterlo en grandes complicaciones lejos del asfalto.