Nacido en Bilbao en una familia de ocho hermanos, Javier (49 años) se vino a Madrid con su familia con 16 años. “Tenía hermanos mayores viviendo en Madrid y mi madre quería que estuviéramos todos juntos, así que nos vinimos para acá”, explica.
“Estudié fotografía y diseño gráfico. Tenía muy claro que quería ser decorador de cine, pero en esa época no se estudiaba para eso, así que aprendí mi oficio trabajando en cortometrajes. Luego tuve la suerte de ser ayudante de un director artístico muy bueno y esa fue la mejor escuela”.
Con el tiempo, su trabajo fue girando del cine y la televisión a la publicidad. “Tengo niños pequeños y con el cine desaparecería de casa tres o cuatro meses, algo que ya no quiero. Con la publicidad es una semana a tope, muy fuerte, pero luego me permite tener tiempo libre y estar con mis hijos”.
De la publicidad a la escultura
Su afición por la escultura nació de la mano del Folk Art, un movimiento artístico muy popular en Estados Unidos. “Me gustaba mucho, así que me puse a investigar, a ver obras por internet y comencé a coleccionar. Me inspiró tanto, que empecé a hacer mis propias esculturas”, nos cuenta.
Tiene el taller en su casa (aquí en Boadilla) y elabora sus obras con materiales reciclados: cortezas de árbol, piedras, cerrojos antiguos, alambres, canicas, palillos, piñas…
Tiene el taller en su casa (aquí en Boadilla) y elabora sus obras con materiales reciclados: cortezas de árbol, piedras, cerrojos antiguos, alambres, canicas, palillos, piñas… “Tenemos otra casa en León, en la montaña, y ahí encuentro un montón de cosas con las que trabajar. Mi obra está relacionada con la naturaleza, por eso los materiales que utilizo proceden de ella o son reciclados”.
Regreso a lo natural
Según el mismo cuenta, después de tantos años haciendo publicidad, donde todo gira alrededor de lo más moderno y novedoso, le sale solo fijarse en la naturaleza, en los animales, ir al origen, a lo básico.
Entre sus piezas hay pájaros, peces, tiburones y ballenas, muchas ballenas. Belugas, narvales, cachalotes… “Soy muy fan de Moby Dick. Y de todas mis esculturas, mi favorita es una ballena vasca, la franca austral, que antiguamente se cazaba en toda la costa cantábrica”.
Peces de chapas
Los peces decorados con chapas de bebidas también llaman mucho la atención dentro de su colección. “Uno de los primeros que hice fue con una colección de chapas que tenía de pequeño. Ahora busco en internet diseños originales y compro lotes enteros de botellas. Una pieza de estas, aunque no lo parezca, puede llevar entre 200 y 300 chapas”, explica.
Después de la buena acogida que tuvo su exposición en Boadilla, ya está pensando en la siguiente. Si todo va bien, Talavera será su próximo destino.
Mientras tanto, podemos seguir disfrutando de su obra a través de sus redes sociales (@arteylorenzo).