Cambios en sus hábitos de comida, alteraciones de su entorno, ruidos, etc. son algunas de las razones por las que los gatos sufren de estrés y ansiedad. Existen distintos tipos de ansiedad:
• Por privación: animales que crecen en situaciones de aislamiento (absoluto o relación con un entorno humano muy reducido).
• Por territorialidad: mudanzas, cambios de mobiliario, muerte de algún miembro de la familia, etc. Se manifiesta con marcaje urinario insistente. Los castigos por esta conducta y el limpiar las zonas marcadas pueden empeorar mucho el cuadro.
• Por confinamiento: en animales que no salen al exterior, por falta de estímulos visuales. Se manifiesta con carreras, agresiones e hiperactividad, sobre todo al atardecer.
El aislamiento o cambios en el entorno son algunas de las causas.
Otros síntomas son cuadros cutáneos como la alopecia por acicalamiento exagerado. Puede ser muy amplia, afectando a todo el abdomen, flancos y espalda, o ser discreta y localizarse en la parte posterior de abdomen y de las patas traseras. También puede darse lamido de la trufa, labio superior, rascado de la cara y el cuello, y mordeduras o arañazos en cola y extremidades.
Pero la ansiedad puede ir un paso más allá y afectar al sistema cardiorrespiratorio (taquicardia y taquipnea) y al digestivo (babeo, diarrea e incluso bulimia que puede acabar en excesiva ganancia de peso).
Debemos prestar mucha atención por si ha habido cambios en el hábitat del animal, cambios ambientales, introducción de nuevos animales (de su misma especie o de otras).
Tratamiento
El tratamiento se dirige a detectar e intentar controlar esos cambios que desencadenan el problema mediante terapias comportamentales. Hay tratamientos a base de feromonas que ayudan a restablecer el equilibrio emocional del gato.
En otras ocasiones es preciso usar fármacos como antidepresivos y ansiolíticos. Es importante consultar con el veterinario antes de iniciar cualquier tipo de tratamiento, ya que debe ser observado muy de cerca y pautado de forma individualizada.