Es frecuente que, en la mayoría de los restaurantes especializados en bodas, los arreglos de las mesas vayan incluidos en el cubierto o tengan concertado una decoración determinada, la cual no puedes cambiar. Una decoración que casi siempre es estándar y nunca personalizada.
Pero, ¿por qué uno de los días más especiales de nuestra vida, en el que todo —música, menú, traje...— lo vamos a elegir con sumo cuidado, no vamos a imprimir en la decoración floral nuestra propia personalidad?
Lo que se trata de conseguir es que en este día todo refleje como son los novios, que sea nuestra gran película, y para ello tenemos que montar nuestro gran escenario.
Hay que saber distinguir muy bien entre una novia moderna, clásica, romántica… Esto determinará la preparación, al igual que si la boda se celebra en un entorno sofisticado o en un jardín... Todo cuenta y todo nos llevará a elegir la decoración perfecta y exclusiva para nosotros.
Para que tengáis una idea de lo que estoy hablando, os voy a poner algunos ejemplos significativos:
Boda de tipo clásica con novios tradicionales, celebrada en un entorno cerrado con decoración del mismo tipo. En estas mesas nos realzaría las mismas la colocación de unos jarrones de cristal en alto, con flores en cascada. En este tipo de arreglos, la estructura o jarrón donde van las flores no deben tapar la visibilidad a los comensales. El efecto es espectacular porque se ve desde que entras en la sala.
Boda romántica. Novios naturales y sencillos. Organizada en un jardín. Los arreglos se pueden hacer con una base de hiedra y complementados con alguna flor sencilla de temporada gerbera, tulipán…
Boda moderna. En un salón minimalista, tipo zen con novios innovadores, fuera de convencionalismos. La decoración se debe realizar con piedras o arenas, en recipientes fríos como el cristal, y en este caso con poca flor, lo importante es que sea una especie sofisticada, impactante (orquídea, anthurium, calla, se trata de, con pocos elementos, conseguir algo muy efectista.