La historia de la comarca ha ido siempre acompañada de la unión de la viña y su fruto. Un marcado paisaje en el que sus cepas destacan sobre siluetas de antiguas bodegas, monasterios y abadías que marcan la personalidad de sus gentes y su cultura.
Más de 2.000 años de historia pasada nos sitúan en los primeros vestigios vinícolas de la zona: un mosaico romano de 66 metros cuadrados, considerada la pieza con alegorías báquicas más grande de la Península, y que fue descubierto en Baños de Valdearados durante la vendimia de 1972.
Aunque podríamos perdernos durante semanas en estos parajes, hoy hemos elegido un enclave como destino: Abadía Retuerta. Testigo de excepción de la historia de la zona, y un lugar de encuentro entre la tierra y la vid.
Tras una visita guiada por los muros de la Abadía, hoy convertida en un lujoso hotel, nos dirigimos en 4x4 a los límites de la finca, que parecen no tener fin. Encinas y pinos centenarios nos conducen a las laderas más altas, donde aparecen varios miradores que dan fe de la belleza del paisaje, y desde donde descubrimos las características y singularidades de cada una de sus parcelas, y qué variedades de vides albergan.
El descenso por laberínticos caminos tiene como meta final la bodega, de diseño moderno y vanguardista. Tras una amena visita guiada por sus instalaciones, procedemos a una cata sensorial de sus caldos más representativos.
Los vinos que firma la Abadía son producto de una selección de las mejores uvas de sus pagos, y una decidida apuesta por los vinos de terroir.
Como dice el lema de Le Domaine, nombre con el que a sido bautizado el hotel, “al menos una vez en la vida”, tienes que venir por aquí. No te lo pierdas.
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