Llevar a nuestros animales de vacaciones no es mala idea. Es normal que queramos disfrutar esos días también con ellos. Es una buena alternativa, siempre y cuando los planes que tengamos sean aptos para ellos. Lo más sencillo es cuando nos vamos a una casa familiar, aunque afortunadamente cada vez existen más destinos y alojamientos a los que poder acudir con nuestros animales sin que suponga un problema.
Pero más allá de esto, hay varios factores a tener en cuenta. Por ejemplo, si vamos a una playa en la que no puedan estar, al final terminan pasando un montón de horas solos en el apartamento u hotel; o si vamos en avión para llegar a nuestro destino vacacional, hemos de valorar si queremos que pasen todas esas horas de nervios.
Los gatos, por ejemplo, son especialmente sensibles al estrés. Cambios en sus hábitos de comida, alteraciones de su entorno, ruidos, etc. les pueden provocar estados de ansiedad.
Si al final todo encaja y nos vamos con ellos, no hay que olvidar que necesitarán un tiempo para adaptarse, estar bien hidratados y protegidos del sol. Y nuestros planes tendrán que ser compatibles con sus necesidades (calor, ruido, gente, descanso...).