Antes de ponernos manos a la obra, es importante pensar cómo queremos que se vea nuestro jardín. Igual que cuidamos al máximo detalle la decoración del salón o la cocina, hemos de plantearnos la organización y el diseño de nuestro exterior como una estancia más de nuestro hogar.
Lo primero de todo es elegir el estilo de jardín que más nos gusta, pero también el que mejor se adapta a las necesidades de nuestra familia, siempre teniendo en cuenta el número de miembros, su edad, el uso que le damos al jardín y la presencia de mascotas, que son uno más en la familia. Rústico, minimalista, japonés, mediterráneo… las opciones son múltiples. ¿Has pensado ya cuál te gusta más?
Una vez decidido el estilo, hay que hacer una selección de las especies que mejor se integran en nuestro concepto, ya no sólo por su belleza, sino también por su resistencia al clima, al tipo de terreno de nuestra casa, a la orientación y tamaño de la parcela…
Componer un jardín acorde al espacio disponible, que transmita infinidad de sensaciones positivas y lo conviertan en un espacio no sólo para mirar o para corregir defectos de construcción de la vivienda, sino en un lugar para sentir.
Conseguir esta armonía y belleza no es tan sencillo como parece. De ahí la importancia de contar con el consejo de un experto. Alguien que sepa de plantas y flores, de suelos, de climatología y de diseño. Viveros y centros de jardinería hay muchos; profesionales del paisajismo, no tantos. Si este año quieres disfrutar de tu paraíso particular y que tu jardín se convierta por fin en una estancia más de tu hogar, ponte en manos de un buen profesional.