Hay consejos que todo conductor conoce, pero pocas veces practica por dejadez, falta de hábito y hasta economía. Y eso que suele ser cuestión de actitud, incluso para marcar la diferencia entre sufrir un percance o evitarlo. También para alargar la vida de nuestro vehículo. En esta ocasión acercamos una serie de recomendaciones para que nuestro coche se mantenga con buena salud –sobre todo ahora con el frío–, evitar averías y, por consiguiente, que nuestro bolsillo se resienta cuando podemos evitarlo con recomendaciones sencillas. Son las siguientes:
Verificar la presión de los neumáticos al menos una vez al mes, en frío y con un manómetro de confianza. Si no es la adecuada, las cubiertas se desgastan de manera irregular, pueden reventar en marcha y provocar accidentes. El dibujo no puede bajar de 1,6 mm. Cámbialos si tienen golpes, abolladuras o cortes. Sobre esto, cuidado al subir a bordillos de más de cinco centímetros: pueden dañar ruedas, el paralelo, la suspensión… Y lo mismo si rebasamos con alegría los numerosos guardias tumbados o badenes que aún pueblan las calles de nuestro entorno: el neumático se deforma y pierde parte de sus características.
Circular siempre lento y en velocidades largas, aunque vías como la M-30 no permitan otra cosa, daña sistemas como la válvula EGR y el catalizador del escape, que acumulan suciedad y carbonilla (ojo a los gases en la ITV). Hay que dejar respirar de cuando en cuando el motor, manteniendo ritmos de 120/130 km/h, o en un régimen con revoluciones más alegre.
Abusar de los frenos acelera el desgaste de discos, pastillas y líquido. Ojo a su abuso en descensos prolongados, donde algunos olvidan que el freno motor (marchas cortas) es el gran aliado. Hay que anticiparse al tráfico. O lo que es lo mismo, ¿por qué acelerar justo hasta llegar al semáforo cuando está en rojo para luego tener que tirar de freno? Si levantas antes el pie del acelerador ahorrarás combustible, frenos...
Con elmotor en frío tras arrancar, no acelerar con intensidad: la falta de engrase y la escasa temperatura del aceite dañarán y desgastarán la mecánica. Antes de apurar, mejor con la aguja indicadora de la temperatura a la mitad, evitando pasar de 2.000 rpm en los diésel y de 3.000 en coches de gasolina.
Mejor dejar unos segundos el motor al ralentí. Lo mismo al llegar de viaje o conducir un largo periodo: para que el sistema (sobre todo el turbo) engrase y refrigere. Jamás acelerar y quitar el contacto.
Evitar pisar el embrague en parado: es innecesario y provoca el desgaste del sistema. En semáforos y detenciones, punto muerto. Y lo mismo con llevar la mano sobre la palanca del cambio: sin querer, forzamos sus engranajes.
Aire acondicionado hasta en invierno. Es lo más rápido para desempañar los cristales y evitar fugas y deterioros, como descargas del gas, si no se utiliza nunca.
Conducir con suavidad. Sobre todo en ciudad. Acelerar y frenar con rotundidad, solo provoca desgaste de ruedas, frenos, suspensiones, motor, aceite, carburante… y hasta nervios. Un ritmo progresivo nos llevará al mismo sitio sin sobresaltos y en el mismo o menor tiempo.