1. Velocidad constante. Por obvio que parezca, los cambios de ritmo fomentan diferencias acusadas en el consumo. Evítalos manteniendo una velocidad constante que no exceda los límites. Nada de acelerones y frenazos repetidos. En carretera es buen aliado el regulador/control de velocidad. No revoluciones el vehículo y cambia de marcha lo antes posible (como lo haría por ti un automático), acelerando de forma progresiva. Con el propulsor frío (los primeros tres minutos tras arrancar) evita sobrecargas pasándolo de 3.000 rpm si es de gasolina y de 2.000 en los diésel. Otro apunte: usa la primera solo para arrancar y engrana cuanto antes segunda sin presionar demasiado el acelerador. La conducción es tanto más eficiente cuanto más tiempo vayas en marchas largas y bajas revoluciones.
2. Presión adecuada de neumáticos. No solo para afrontar largos recorridos, sino para conducir a diario de casa al trabajo o camino del colegio. Ir con ellas bajas dispara el gasto y su desgaste. Revisa su estado (inflado y dibujo de la banda) de forma periódica, al menos una vez al mes. La nueva normativa de ITV hace especial hincapié en el estado de las cubiertas.
3. Anticipa la conducción. Se puede gastar menos con una marcha anticipativa o preventiva, no relajándote al volante. Evitarás sobresaltos y pérdidas de ritmo, y en el extremo accidentes. Aleja la vista y no solo te centres en el vehículo que tengas delante, manteniendo una buena distancia de seguridad (lo que es tanto como no apurar huecos para adelantar, como algunos acostumbran).
4. No abuses del aire acondicionado. La climatización dispara el consumo, por lo que conviene regularla y evitar usarla si no fuese necesaria. Una temperatura ideal ronda 21ºC en el interior del vehículo. Más: nada de ventanillas bajadas, salvo cuando arranques si el coche ha estado aparcado al sol, para evacuar el aire caliente del habitáculo. Circulando, el aire entrante provoca una fuerte resistencia al avance y que el motor haga horas extras, disparando el gasto.
5. Para el motor en detenciones. Los coches modernos llevan sistemas de encendido y apagado inteligentes Stop&Start, algunos más abruptos y otros más suaves. No estropean órganos mecánicos (motor, motor de arranque, alternador, batería…) y garantizan ahorros apreciables de consumo y emisiones. Asocian baterías especiales y hasta un botón para apagarlos a voluntad, indicado para desatascar el vehículo en situaciones concretas como nevadas o barrizales sin que se pare.
6. Ojo al peso extra. Llevar el coche lleno de trastos consume más. Hay más: los accesorios exteriores (portabicis y cofres de techo, portabicis traseros, carros y otros remolques…) perjudican la aerodinámica subiendo el gasto. Si no los vas a necesitar, quítalos.
7. La mecánica, a punto. Hay una diferencia notable en consumo llevando el propulsor en orden o no haciéndolo. Aceite y filtro correspondiente, filtro del aire y filtro del aire acondicionado son esenciales para no gastar ni una gota más de lo debido.
8. Carga solo los aparatos necesarios. Móviles, navegadores, tablets, neveras portátiles.. Todos inciden en el consumo eléctrico del vehículo y, en consecuencia, en el gasto de carburante .