Después de tres años estudiando Traducción e Interpretación, empezó a sentir que se ahogaba, así que decidió darse una tregua. En ese tiempo, se cruzó en su vida la posibilidad de escribir una novela y a ello ha dedicado este último año.
¿Qué se va a encontrar el lector?La historia de una amistad y que las amistades no son perfectas. Se trata de la relación de tres personajes con la que se puede sentir identificada una persona de 16, 20 o 30 años. Te puedes equivocar en la vida al elegir un camino, pero no pasa nada. Puedes apostar por otro.
¿Cómo nace la novela?
Este libro nace en un momento en el que no sé que hacer con mi vida. Al principio no me atrevía a escribir 300 páginas yo sola, me veía incapaz. Pero pensé, literalmente, igual que el título de mi novela, ¿qué puedo perder? Si sale bien, estupendo y si sale mal, pues ya veré que hago.
Entonces, ¿el título es como un leitmotiv para ti?Sí, es algo que me digo muchas veces cuando no me atrevo a hacer algo. Pongo en una balanza los pros y contras, y tomo la decisión.
¿Querías transmitir alguna idea con esta historia?Sí, quería dar referentes en temas de LGTBI, racismo, feminismo, etc. Dar normalidad a cosas que todavía no se consideran así plenamente. De este modo, la gente que lo lea se puede sentir identificada y ver que lo que le pasa no es nada raro. Está catalogado como juvenil, pero lo puede leer cualquiera.
¿Cómo ha sido la relación con tu madre mientras escribías?
Mi madre me ha ayudado mucho en el proceso. Cuando no sabía por dónde tirar o me atascaba en una parte de la novela, me hacía plantearme otros puntos de vista desde los que hacer discurrir la historia. Ella me ha enseñado a dar el giro que necesitaba cuando me bloqueaba.
¿Cómo te ves dentro de cinco años?Pufff (risas), con un poco de suerte, con dos novelas más escritas. De hecho, ya he empezado con el siguiente libro que será una historia completamente diferente a esta.
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