Miguel sorprende por su calidez y su amplia sonrisa. Quedamos con él en el Estudio Montepríncipe (en Boadilla), donde está realizando las mezclas de su próximo trabajo en solitario: 30. Un disco bañado en melodías de su tierra, con letra en galego, y que recoge su trayectoria en la música hasta sus recién cumplidos 30 años (de ahí el nombre). Estará disponible en todas las plataformas a partir del 3 de marzo.
El entorno de la entrevista no puede ser más adecuado. Charlamos al lado de su batería, un instrumento que le cautivó de pequeño y que ya es su inseparable compañero.
¿Cuándo empezaste a tocar?
Con cuatro años. A los seis hice mi primer concierto. Y a los ocho mi primer concierto remunerado. Me pagaron con un ticket regalo de las tiendas Tipo – una franquicia dedicada a la venta de discos– y me compré una camiseta de los Ramones [ríe].
¿En tu casa se escuchaba mucha música?
La verdad es que sí. Mi padre es muy melómano y a mi madre también le gustaba mucho la música. También tengo varios primos y tíos que son músicos aficionados, y un tío que toca la batería profesionalmente. ¡He crecido rodeado de música! Además, en Galicia es muy típico escuchar en la fiestas a las orquestas con sus gaitas, tamboriles, etc.
¿Y por qué la batería?
Es difícil explicar por qué me enamoré de la batería. Fue algo innato, me atraía mucho el ritmo. Yo salía del colegio y tocaba toda la tarde la batería. Era lo que más me gustaba hacer. Le agradezco mucho a mis padres el apoyo que me dieron siempre.
"Para mi tocar sigue siendo un juego que ahora me permite pagar las facturas"
Tus primeros conciertos profesionales...Empecé a tocar por Galicia con Pablo Bicho, un cantante muy conocido de los 90. Después, con solo 13 años, me fui de gira por Europa con Bellón Maceiras Quinteto, un grupo de folk. Y, a partir de ahí, fui enlazando unos proyectos con otros.
Una persona que me ayudó muchísimo, y gracias a la cual estoy donde estoy, es Pepe Bao, uno de los bajistas más importantes de España y que ha trabajado con multitud de artistas. Él me apadrinó y empecé a tocar con su grupo, O’Funk’illo, y a trabajar con artistas como Raimundo Amador, Tomasito... Mi relación con la música flamenca creció mucho, así que empecé a viajar a menudo a Andalucía. Por eso decidí venirme a vivir a Madrid para estar más cerca de todo. De esto hace once años ya.
¿Te viniste directamente a Boadilla?
No. Primero viví en el centro, pero no estaba a gusto, así que fui dando vueltas hasta que acabé en este paraíso que es Boadilla. ¡Estoy encantado de vivir aquí! Además, me pude hace mi propio estudio en casa.
Ahora trabajas con artistas de primer nivel...Sí. Estos últimos años he trabajado con artistas muy reconocidos. Con Dani Martín, por ejemplo, ya he grabado dos discos más la última gira que terminó el pasado diciembre. También con Pablo Alborán, Manuel Carrasco, Melendi, Maldita Nerea...
¿Qué significa para ti tocar?
Igual que de pequeño, para mi tocar es diversión. Es como jugar en el parque con amigos. Da igual con quién toque, o en qué recinto. Para mí sigue siendo un divertimento. Sigo jugando en ese parque, solo que, ahora de adulto, ese juego me permite pagar las facturas. Pero sigue siendo un juego.
Me considero afortunado. Poder trabajar en lo que me gusta y me divierte. Es un lujo.