Reportaje

Mesón Jamonero Canete, una historia de 37 años

El pasado 28 de diciembre, Luisa y Juan Carlos se jubilaron. Después de casi 37 años, cerraba el Mesón Jamonero Canete, establecimiento que gestionaron durante todo este tiempo. Atrás dejan a muchos clientes habituales, devenidos en amigos, que se quedan ‘huérfanos’ de este lugar único que hizo del jamón (del bueno) y del embutido, en general, su seña de identidad, y cuya fama traspasó las fronteras de Boadilla.

 

Un 27 de abril de 1987, Juan Carlos Sevilla (65 años, boadillano de toda la vida) y Luisa Puerto (62 años, de Alcuéscar, un pequeño pueblo de Cáceres) abrieron las puertas del Mesón Jamonero Canete en la calle Enrique Calabia, en el caso antiguo de Boadilla. Hacía dos años que se habían casado. Había nacido también su primer hijo.

“Yo era carnicero, como mi padre. Vendía también embutido. Y abrimos el restaurante porque era algo que me gustaba y siempre había tenido en mente”, nos cuenta Juan Carlos. Él, en la barra; y ella, a cargo de la cocina. 

El Mesón Jamonero Canete fue un clásico de Boadilla del Monte, con una oferta peculiar de productos

37 años después, se han jubilado. Cerraron sus puertas el pasado 28 de diciembre, “Día de los Inocentes, para que la gente no se lo creyera ja, ja, ja”, ríe Juan Carlos. Pero es cierto.

Y la verdad es que la esquina de Enrique Calabia con García Noblejas, con el establecimiento cerrado, no es lo mismo y son muchos los que cada día siguen acercándose pensado que siguen abiertos.

El Mesón Jamonero Canete fue un clásico de Boadilla, con una oferta peculiar de productos (buenos embutidos, sus clásicos torreznos, tortas rellenas, tomate, bocadillos...), con un público fiel, de los que pasaban ahí la tarde y parte de la noche; y que de alguna manera atrapaba al que se dejaba caer por su barra o las mesas.

Clientes huérfanos

“Los clientes nos dicen que les hemos dejado huérfanos!! Ellos nos echan de menos; y nosotros a ellos también, la verdad. Muchos eran ya amigos. Ellos se desahogaban con nosotros, nosotros con ellos...”, nos cuentan Luisa y Juan Carlos.

Sobre los comienzos, Juan Carlos reconoce que se adelantaron un poco a las tendencias que se llevan ahora

Sobre los comienzos, Juan Carlos reconoce que se adelantaron un poco a las tendencias que se llevan ahora. “Empezamos con una pequeña parte de degustación y una vitrina frigorífica con embutidos con la idea de que la gente fuera a comprar embutido y tam bién pudiera tomar algo. Pero entonces no era habitual que las mujeres entra ran a un bar a comprar embutido, así que no funcionaba la venta y tuvimos que adaptarnos y enfocarlo más a la comida”, recuerda.

En estos años han ido adaptando su oferta a la demanda de sus clientes. También ahora han cambiado mucho las cosas. “¡Antes se trabajaba mucho más en el mesón. ¡Se comía y bebía más que ahora, ganando entonces menos dinero la gente, fíjate!”, asegura sorprendido.

“También los clientes y amigos esta ban aquí hasta la madrugada. Ahora, no. Eso lo cambio el covid. Desde entonces, empezamos a cerrar antes”, añade.

Sobre si este ha sido uno de los peores momentos del negocio, lo tiene claro. “Mira, para nosotros el covid no fue un momento malo malo de negocio (jamón y embutido seguíamos ven diendo, Madrid dejó abrir a la restauración...), pero sí un momento malo de vivir: tener que cerrar, se murió mi madre... Desde entonces, se trabaja bastante menos, se cierra antes... Para el que trabaja, está bien; pero para el que tiene negocios, pues está mal”, recalca sacando a relucir su faceta de pequeño empresario.

 

Jamones garantizados

Su fama como suministrador de confianza de jamones de calidad, ganada con muchos años de oficio, y con un precio adaptado al bolsillo o necesidades de cada cliente, pues también le persigue. Así que también le van a echar de menos quiénes hasta ahora le compraban jamones. “Sigo haciendo jamones en el pueblo de Luisa, donde siempre tuvimos 40-50 animales sueltos en una finca, comiendo bellota... y de Fuenteovejuna (Córdoba), pero para amigos y compromisos, que seguimos atendiendo con lo que me queda de producto”, dice.

¿Los platos más vendidos? “Pues tomate y el jamón. Tomate bueno, solo con sal y aceite de oliva nuestro de Cáceres –aclara Luisa, que heredó un olivar en su pueblo– . Sin más. Y jamón bueno también; el mejor”, recalca.

Aprovechamos para preguntarles por el secreto de un buen jamón. “La curación y la elaboración (el punto de sal). También es básica la alimentación, claro”, apunta. “¡Y el corte!”, añade Luisa. ¿Cuántos habrás cortado, Juan Carlos? “Uffff.... ¡¡Muchos!!”

¿Cómo habéis vivido la transformación de Boadilla? “Bien. Hoy Boadilla tiene todo tipo de servicios. Y creo que se ha hecho y se está haciendo bastante bien... ¡Excepto en el casco antiguo, donde hay mucho que mejorar!”

¿Y ahora qué? “¡A descansar!”, dicen al unísono. Pues sí, toca descansar, cuidarse, ayudar a sus dos hijos, el nieto... Bien merecido, sí.