Puede darse en animales de todas las edades pero, sobre todo, se diagnostica en gatos de edad madura y avanzada.
La insuficiencia renal supone un deterioro lento y progresivo de los riñones y su función. Muchas veces cuando el 75% de la masa renal está dañada es también el punto en el que empiezan a apreciarse los síntomas.
Durante años, los riñones ya enfermos, pueden mantener su función y el animal está asintomático (fase subclínica). En esa fase el animal ya está enfermo. Más adelante, en las primeras fases clínicas, que pueden durar meses, se suele notar que el paciente orina y bebe más de lo normal. Luego aparece falta de apetito, vómitos, diarrea, decaimiento, deshidratación, pérdida de peso...
La insuficiencia renal supone un deterioro lento y progresivo de los riñones y su función
El diagnóstico se hace por los síntomas, por análisis de sangre (donde encontraremos urea alta, creatinina alta, fósforo alto, anemia no regenerativa...) y análisis de orina (que nos ayudará a determinar el tipo de lesión).
Debido a su elevada incidencia, actualmente, se recomienda hacer un chequeo rutinario a los gatos de mediana edad para descubrir a los animales enfermos antes de que desarrollen síntomas. La IRC es una enfermedad que no tiene cura, pero que se puede tratar siempre que se diagnostique de forma temprana.
Hoy en día disponemos de un biomarcador llamado SDMA que nos avisa muy eficazmente de si un animal está en la fase subclínica, cuando ya lo podemos considerar enfermo pero aún no tiene síntomas. Eso nos permite instaurar un tratamiento antes de que el gato enferme. Este es, sin duda, el mejor momento para tratar al paciente y mejorar su esperanza de vida. Recomendamos hacer esta prueba anualmente a todos los gatos mayores de 8 años. Si nos sale un resultado alterado se harán otros análisis para hacer un estadiaje de la patología e instaurar el tratamiento más adecuado a cada paciente.