Desde que el pasado 19 de febrero comenzaron las excavaciones arqueológicas en el cerro de San Babilés a instancias de la Hermandad –hubo dos intentos anteriores, en los años 1996 y 2001, pero no se llegó muy lejos por la falta de fondos–, cada día han ido apareciendo cosas interesantes en ese lugar de Boadilla donde los testimonios dicen que había una ermita en la que está enterrado el patrón de Boadilla, “muerto en martirio hacia el año 715, junto con ochenta niños a los que instruía en la doctrina del cristianismo y las letras”, nos cuenta Manuel Gómez, comisionado de la hermandad. Una persona con mucha fe, que se ha recorrido los archivos históricos recopilando todos los documentos sobre la hermandad y el santo, y que está seguro de que “San Babilés está aquí”.
Las excavaciones, pagadas por el Ayuntamiento –40.000 euros–, realizadas bajo la supervisión de la Dirección General de Patrimonio de la Comunidad de Madrid, y dirigidas por el arqueólogo especialista en este tipo de trabajos Juan Sanguino, han superado con creces las mejores expectativas. Tanto es así, que lo que iba a ser un estudio y unos dos meses de trabajo con el objetivo inicial de limpiar la zona e identificar la posible existencia de restos que justificaran el inicio de una excavación de mayor calado, es probable que exija más tiempo y dinero si finalmente se quiere conocer el alcance de lo que se esconde en el cerro de San Babilés.
Los arqueólogos han encontrado los restos de una basílica de los siglos XII o XIII, con dos necrópolis en su interior –realizadas con materiales nobles como granito y sillar en la zona del ábside– y distintos enterramientos en el exterior.
Han aparecido también objetos datados en los siglos VI y VII –un anillo y una vasija– y distintos elementos que permiten aventurar que en torno a la iglesia había bastante actividad: hornos posiblemente de cerámica relacionados con las obras de ampliación de la misma, restos de distintas construcciones...
Existen además restos de modificaciones posteriores, realizadas en ladrillo y loseta, que pueden corresponder con los siglos XVII o XVIII. En esa época, según señala Sanguino, la iglesia habría obtenido beneficios económicos procedentes de nobles que recurrían a ella para solicitar la curación de enfermedades, y esto habría permitido ampliar y embellecer la edificación.
“Los restos hallados nos hablan de la posible existencia de una época anterior a la del martirio de San Babilés, lo cual apoyaría la tesis de que éste pudo producirse. Es factible que San Babilés acudiera al cerro porque ya existía aquí culto religioso en torno a una antigua necrópolis”, explica Juan Sanguino, el director de la excavación.
Pistas sobre la cripta
La investigación se centra ahora en la posible existencia de una cripta o cueva debajo de la iglesia, tras hallarse una estructura en forma de escalera anexa al edifi cio en su lado norte. Al cierre de esta edición, estaba previsto iniciar un sondeo mediante georradar para evaluar esta posibilidad. Sondeo que permitirá evaluar en gran parte el alcance de las excavaciones. Según la tradición, en esta cripta estaría enterrado el santo junto a los 80 niños.
Ante la envergadura de lo que está apareciendo, el alcalde de Boadilla del Monte, Antonio González Terol, ha solicitado a la Dirección General de Patrimonio Histórico de la Comunidad “que incluyan la excavación en la red de Yacimientos Visitables de la Comunidad con el objetivo de convertirlo en un punto de interés cultural para todo la región con el fi n último de musealizarlo”.
Los trabajos preliminares concluyen este mes. A partir de lo que diga el georradar, el consistorio deberá tomar una decisión sobre el rumbo que toman las excavaciones en el cerro, donde podría haber más sorpresas.