Reportaje

Don Julio: Venticinco años de sacerdote

Un video mandado a través del whatsapp. Así es como ha invitado a sus amigos y allegados el párroco de la iglesia de San Cristobal, don Julio, a la misa que celebrará el próximo 11 de mayo con motivo de sus bodas de platasacerdotales. De estos 25 años, 18 los ha pasado en Boadilla. Un municipio en el que, además de preocuparse por sus feligreses, ha luchado por recuperar su patrimonio histórico.

 

El próximo 13 de mayo hará 25 años que Julio Rodrigo Peral –don Julio, como le llaman todos– fue ordenado sacerdote por el cardenal Suquía. El pequeño de cinco hermanos nació en Guadalajara hace 50 años, donde estudió en el Colegio de los Hermanos Maristas. 

 

Su vocación como sacerdote fue temprana, recuerda: “Se fue fraguando en el colegio, en los grupos y las convivencias. A los 16 años ingresé en el seminario menor, donde hice el Bachillerato. Mi madre no pensaba que yo iba a ser cura, era otro de mis hermanos el predestinado [ríe] porque iba mucho con los hermanos del colegio, pero al final fui yo”.

 

Su primer destino fue la parroquia antigua de Aranjuez (Alpages), cuyo sacerdote era el tío del arquitecto y restaurador José Ramón Duralde, una persona a la que desde entonces le une una gran amistad.

 

Tras unos años como sacerdote en Torrejón de la Calzada y capellán del colegio de los Hermanos de la Salle en Griñón, el primer obispo de Getafe, Don Francisco José Pérez y Fernández-Golfin, le destinó a Boadilla del Monte. “Recuerdo que yo era arcipreste –coordinador de varias parroquias de la zona– de Valdemoro, y que estábamos celebrando el fin de curso con una fiesta en el pantano de San Juan. En mitad de la fiesta me comunicó que al siguiente curso me iba a Boadilla a sustituir a Don Hilario, que se jubilaba. Yo no conocía Boadilla para nada”.

 

Esa Boadilla a la que llegó una año más tarde, en 1996, no era ni cuanto menos parecida a lo que es hoy el municipio. Las misas eran en la parroquia de San Cristóbal, que tampoco estaba en muy buen estado, la del Convento estaba cerrada “y en el pueblo vivían los oriundos del lugar. No existía nada más allá del Zoco”, rememora don Julio. Y divertido comenta cómo “he cambiado de parroquia sin cambiar de lugar”, respuesta que le da a quienes le dicen que lleva mucho tiempo aquí.

 

A Boadilla llegó como sacerdote y arcipreste de Villaviciosa de Odón (arciprestazgo que incluye además a Boadilla, Brunete, Villanueva de la Cañada y Quijorna). El primer encargo que recibió del obispo fue abrir la iglesia del Convento, dado que la San Cristóbal se quedaba pequeña. Y aquí entró en juego el arquitecto y restaurador José Ramón Duralde a quien recurrió para ello y que vino para casi quedarse –está restaurando el Palacio tras haber hecho lo propio antes con casi todo el patrimonio histórico del municipio–.

 

La parroquia, una familia

 

Su parroquia es un tanto peculiar por la cantidad de gente que viene de fuera, sobre todo a celebraciones (bodas y bautizos, principalmente), por el entorno que ofrece.

 

Recuerda como una señora de fuera le comentó que le gustaba venir a su iglesia: “Porque se respira aire familiar. Una parroquia es una familia, la familia de los hijos de Dios. Si algo he tratado yo de crear durante estos años es precisamente eso: que nos conozcamos, nos tratemos cada vez más, nos ayudemos, juntos crezcamos en la vida de la fe y el amor a Jesucristo...”

 

A la hora de hablar sobre su trabajo diario, nos cuenta, cómo aparte de esas labores propias de la iglesia –“la celebración de los sacramentos, la evangelización y el ejercicio de la caridad hacia los necesitados”–, está esa faceta de “padre/madre de familia al que todos acuden cuando tienen algún problema en el matrimonio, con los hijos, un desasosiego por la falta de un ser querido o problemas materiales como la falta de trabajo, vivienda... Cuando hay algo que angustia y uno no encuentra una respuesta, se acude a Dios”.

 

No podía faltar en nuestra conversación con Don Julio referencias a la fi gura del papa Francisco. Nos habla de la ilusión “con la que se le ha recibido”. Y destaca algo que para él es muy importante: “Ha puesto de actualidad la vida cristina sin apenas hacer nada extraordinario. Me gusta lo que dijo hace unos días el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, sobre él, al que se refería como alguien que suscitaba el deseo de ser mejores personas”, añade.

 

Cumplir 25 años como sacerdote es un momento que invita a reflexionar. “Al mirar hacia atrás, a todos nos vienen los errores cometidos, las meteduras de pata. Nosotros debemos dar ejemplo y estar a la altura que nos pide el Señor, lo que no siempre ha sido posible. Pero por otra parte, los sentimientos de gratitud de la gente son muy grandes. De hecho, celebró estos 25 años con mucha ilusión. ¡No pensaba yo me que iba a hacer tanta!”

 

Don Julio reconoce que se siente orgulloso de haber ayudado a muchas personas. Y también de haber sido el precursor de la restauración del gran parte del patrimonio histórico-artístico de Boadilla del Monte (durante ocho años fue delegado de Patrimonio de la Diócesis de Getafe): la iglesia del Convento, el propio Convento –negoció con una empresa privada su rehabilitación a cambio de una concesión del edificio–, la iglesia de San Cristóbal, la Casa de Capellanes o la capilla del cementerio.

 

Nueva etapa

 

Es consciente de que inicia una nueva etapa. “El obispo de la diócesis, don Joaquín, me dijo una cosa que tiene razón: que aproveche este momento porque con 25 años se acumula mucha experiencia, se tiene un recorrido, más sabiduría... Pero todavía se es joven, por lo que empieza una de las etapas más fecundas para una persona”.

 

A la fiesta del domingo 11 de mayo, “están todos invitados”. La cita: a las seis de la tarde en la iglesia del Antiguo Convento. Lo celebrará con una eucaristía de acción de gracias. Y después, los feligreses han organizado una merienda para cuantos vayan.