Nos recibe en casa, un viernes por la tarde minutos antes de salir de camino hacia un entrenamiento. “Este fin de semana tiene competición en Madrid”, nos explica Mar, su madre. Entre tanto, Guillermo González Aguilera (Madrid, 2000), estudiante de 4º de ESO en el Eurocolegio Casvi, se enfunda todos sus “aperos de combate” para, sable en mano –él “tira” con sable, una de las tres especialidades de la esgrima junto a la espada y el florete–, enfrentarse a la sesión de fotos que ilustra estas líneas.
Mientras tanto, su madre nos va poniendo en antecedentes: “Desde muy pequeño, ha tenido pasión por las espadas. Era entrar en una juguetería e irse derecho a la zona donde las tenían, sin interesarse por otra cosa. Vaya, era sorprendente”.
Guillermo no parece es un chaval muy locuaz. Se muestra prudente, “aunque cuando siente confianza, se suelta”, apunta Mar. Cierto: a los pocos minutos de conocernos, se anima y ya interrumpe para matizar aspectos de la exposición que su madre hace sobre su afición. “Es muy responsable y también un buen estudiante. En esgrima empezó con siete años en un club de Villanueva de la Cañada, después de tantear otras extraescolares en las que no terminaba de encajar. Pero fue ponerse a ello y acertar, a la primera”.
Entrena una media de cuatro días a la semana, “bajando un poco la guardia” en épocas de exámenes. Eso sí, cada sesión –“en ocasiones con ejercicios específicos para ganar fondo, como carrera”, nos cuenta– no dura menos de dos horas y media. Por edad, compite en la categoría M17. En su palmarés, ha ganado un Campeonato de España M10 y ha sido tercero en otro de la Comunidad de Madrid.
¿Su mayor reto? “Me gustaría llegar a competir con el equipo nacional”. Su madre añade: “Como para cualquier deportista, los Juegos Olímpicos suponen su máxima aspiración, un sueño en mente”. De hecho, ahora entrena en un club de Leganés, que dispone de un centro de alto rendimiento.
Guillermo ha vivido casi siempre en Boadilla, de la que ensalza el monte o sus numerosos parques, por mucho que eche en falta un club precisamente dedicado a su afición. Disfruta saliendo con sus amigos y moviéndose en familia. Usa el “imprescindible” Whatsapp, claro, pero al mismo tiempo parece vivir ajeno a la fiebre que para muchos de su edad suponen las redes sociales, el fútbol –“si hay que ver un partido por la tele, se ve…”– o la Play.
“Más que física, la esgrima es táctica, un deporte marcial en el que tiene mucho peso la parte psicológica, porque el engaño al contrario es fundamental para ganar”, razona a Sólo Boadilla. “Si en competición te desmoronas porque las cosas no empiezan saliendo bien, te vienes abajo rápido”. Luego explica que “nunca tiramos en parejas mixtas chico/chica –hay pocas introducidas en la especialidad–, ni tampoco con niños más pequeños, aunque puedes hacerlo con tiradores mayores e incluso contra los más veteranos”.
Una curiosidad: ¿es capaz de detectar sin gran dificultad quién sabe y quién no cuando ve una película con planos protagonizados por duelos de espadas? (Sonríe para responder sin dudar) Sí claro, en algunas, como las de Star Wars, las escenas de lucha así tienen mucho de postureo…