Cada mañana, un helicóptero de la Dirección General de Tráfico (DGT) despega a las ocho (las siete en invierno, aún de noche) de la base en Cuatro Vientos y recorre la red viaria madrileña (M-40, M-50, las radiales…). Desde el aparato, en el que viajan el piloto y un operador de cámara, se retransmite a la sede central de este organismo autónomo, dependiente del Ministerio del Interior, la imagen real del tráfico en la carretera.
También, en caso de que haya una incidencia, se desplaza hasta la zona para ofrecer desde el aire una imagen de la situación a sus compañeros. Así, en la sede central pueden evaluar en directo el percance y, a partir de ahí, movilizar los medios necesarios para solucionarlo, sea un accidente de tráfico, un vehículo averiado que entorpece la vía o un atasco. La misma operación se repite cada tarde de lunes a viernes.
Juan José Melguizo, vecino de Boadilla desde el año 2000, es el director de operaciones de esta unidad, instructor jefe de vuelo –forma a los pilotos, les examina, mantiene y habilita sus licencias– y piloto en activo. Una persona polivalente. Su jefe también vive en el municipio. Melguizo, padre de cuatro hijos, lleva 20 años pilotando helicópteros en la DGT.
El Pegasus
Aparte de los dos vuelos diarios en las horas críticas, se programan también vuelos de vigilancia en aquellas zonas donde se registran más accidentes. Se utilizan para ello aparatos equipados con cámara o con el innovador Pegasus. Un equipo que, además de una potente cámara –“podemos leer la matrícula de un coche desde 1.000 metros de distancia”, nos cuenta Melguizo – , añade un radar desde el que es posible detectar la velocidad de los vehículos. Cuatro de los trece helicópteros que tiene la DGT lo llevan instalado. Y pronto serán cinco.
Desde el aire, es fácil saber quien va más rápido que los demás en la corriente circulatoria. Entre las infracciones más habituales: “Excesos de velocidad, personas hablando por el móvil, sin cinturón, comiendo, dando un biberón al niño...” nos cuenta Melguizo. Reconoce que “siempre que se sale con el helicóptero en vuelo de vigilancia, se sanciona. Pero también es cierto que los conductores cada vez cumplen más la normativa y que ha disminuido la gravedad de las infracciones”.
Juan José acumula cientos de anécdotas. “Nunca se me olvidará el primer accidente que ví, hace veinte años, cuando hacíamos también transportes sanitarios. Me acerqué a verlo y me tuve que sentar en una piedra llorando. Al final no se trata de ser un espectador sino de hacer tu trabajo y ya está”. Aprovecha para recordar la importancia de asegurar la zona ante un accidente.
“Nuestra misión es auxiliar a los conductores. Una denuncia a un usuario infractor ayuda a todos los demás que no lo son”, puntualiza.
Frente a quienes ven en ellos más una figura sancionadora que otra cosa, él tiene clara su filosofía de trabajo: “Nuestra misión es auxiliar a los conductores. Una denuncia a un usuario infractor ayuda a todos los demás que no lo son”, puntualiza.
Ventajas del carné por puntos
El carné por puntos ha contribuido a mejorar la circulación en las carreteras. También la mayor concienciación de los conductores y la crisis: “No puedes perder ni puntos ni dinero, por lo que los conductores son más prudentes”.
Está muy contento de vivir en Boadilla, municipio que sobrevuela de trabajo prácticamente cada día. “Es el mejor lugar para vivir. Estamos como en una isla”, asegura. Aquí se han educado sus cuatro hijos. “Estoy muy orgulloso de la educación que han recibido en los centros públicos del municipio”.
¿Peros? “Los accesos a la capital”. Algo de lo que se queja porque le van a coincidir los cuatro hijos yendo cada día a la universidad a Madrid: “Combinando tren ligero y metro, tardan más de una hora en llegar”, se lamenta. También cree que el mayor número de adolescentes, y en concreto, “sus gamberradas, el botellón, dejándolo todo por ahí... están desmejorando el municipio”.