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Emilio Prado: “Además de estar en buena forma, la cabeza te tiene que dejar correr”

Acaba de regresar de la Titan Desert, una exigente prueba ciclista por etapas que discurre por el desierto marroquí. Es el segundo año que participa y, a pesar del desgaste de la prueba, dice que volverá.

 

Este empresario boadillense de 56 años sabe lo que es batirse con la bici solo en pleno desierto, malherido, cansado... Emilio Prado hacía este año su segunda Titan Desert, una exigente competición ciclista en bici de montaña por etapas y que discurre durante seis días en el desierto de Marruecos. En resumen: 620 kilómetros en zonas prácticamente desérticas, muchas veces sin caminos, durmiendo por la noche en haimas-barracones en pleno desierto... Así durante seis días. 

“El año pasado logré terminar entre los 100 primeros [fue el 87 en la general y el séptimo en su categoría, la Master 50].  Esta año finalicé 15º en mi categoría y el 165 (entre los 610 inscritos de 24 países) en la general”, nos cuenta Emilio.

No está mal, pero reconoce que este descenso en la clasificación se deba “quizás a que iba algo más confiado. Pero también porque la de este año ha sido una prueba mucho más dura, con dos etapas de montaña en el Atlas (el año pasado solo fue una), tres días de dunas (uno en la edición de 2017) y un día entero de navegación (ruta en la que hay que alcanzar una serie de puntos con el GPS)”, aclara. 

La prueba es dura. “Participo en competiciones mucho más duras que ésta, pero solo son de un día. Y esta son seis”, afirma. La quinta jornada, de hecho, estuvo a punto de abandonar. “Arrastraba, las consecuencias y heridas de una caída que tuve el primer día, y otra más el tercero por un error con las zapatillas, malestar general por la comida (nos solemos alimentar de geles, para lo que el cuerpo, después de varios días, no está acostumbrado... ¡¡aunque los españoles llevamos jamón para la noche!!)... así que me dije, ‘¡se terminó, para casa!’ Pero gracias a Javier, un compañero, seguí. Jorobado, pero terminé la etapa y la prueba”, recuerda. 

Y es que para superar una Titan Desert no solo es importante estar en buena forma. “La cabeza también te tiene que dejar correr. Si tu cabeza dice que no, por muy preparado que estés no te deja”, dice.

Tras 15 años compitiendo en bici de montaña, sabe de lo importante que es seguir una disciplina casi diaria. Para cada competición, Emilio sigue un plan personalizado de entrenamiento, con cinco días de trabajo, a razón de dos o tres horas diarias, y dos de descanso. Lo que marque su preparador. 

La Titan Desert comenzó a prepararla en enero. La experiencia de esos días entre el 29 de abril y el 4 de mayo pasado dice que, a pesar de todo, “ha merecido la pena... el próximo año vuelvo”.