Emilio Navas nació en Madrid hace 35 años y su familia se afincó aquí hace ya 20. Apasionado de la fotografía –“empecé con una máquina Kodak que tenía mi padre, luego con Sony y hace cuatro años me pasé a Canon”–, ha participado en concursos y viajado por gran parte del planeta desarrollando su afición. Pero es desde hace año y medio cuando decidió dejar su trabajo como informático para dedicarse a lo que le gusta hacer.
Como casi todos los fotógrafos, hace prácticamente de todo. “Principalmente fotografía artística y social”. Eso incluye bodas, eventos, empresas, books...
Le gusta el retrato y la innovación continua. Así, se ha apuntado a lo que es la última moda en países como Estados Unidos: “la fotografía boudoir”, también conocida como “de tocador”. ¿En qué consiste? “Son retratos artísticos de mujeres donde se mezcla la sensualidad, la sutilidad, el glamour... Una fotografía personal e íntima, bien para regalar a la pareja o para una misma por el simple hecho de sentirte bien, premamá... y disfrutar de la belleza que toda mujer tiene”. Sesiones en las que se juega con la iluminación, con la que puedes desarrollar tu lado más artístico”. Suele realizarlas con su pareja, Kelly Lai, también dedicada a ello. “Bueno, el ir los dos, chico y chica, hace que ellas se sientan más cómodas y con más confianza”, reconoce. Siempre van de todas formas los dos a la hora de hacer cualquier trabajo. “Se cogen distintos puntos de vista y siempre da más seguridad por si falla algo”, afirma.
Kelly lleva también una parte importante del negocio: la captación de clientes en su ciudad de origen: Hong Kong. “En Hong Kong y en China es habitual hacer un álbum de fotos antes de la boda en un lugar exótico, como lo es para ellos España. Viajan hasta aquí y organizamos un sesión de fotos de la pareja en un sitio histórico o donde a ellos les guste. Es un trabajo artístico donde se cuida todo al máximo, hecho con más reposo y tranquilidad que una boda. ¡Y muy bien remunerado!”, nos cuenta.
En España, empieza a introducirse también la foto social familiar. “Son encargos para retratar a una familia en su rutina diaria: desde que se levantan hasta que se acuestan”. Otra moda.
Ahora que no se pierden una en Boadilla, se da cuenta “de todo lo que sucede en un municipio tan pequeño”. Los objetivos de sus cámaras llevan meses captando instantes de las distintas boadillas: fi estas, eventos, conciertos, presentaciones... Su ilusión, es ser una especie de “fotógrafo del pueblo. En todos hay uno menos aquí”, afirma. Suerte en ello.
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