Alberto Sánchez Jiménez llegó a Boadilla del Monte con 12 años junto a su familia. Aquí lleva ya 30. Un lugar que considera “un oásis”, en todos los sentidos.
Estudio Bellas Artes. Y aunque nunca ha parado de dibujar, pintar y crear... su destino profesional fue la animación en dos dimensiones (2D). “Es un perfil muy demandado, con pocos profesionales en Madrid”, nos cuenta. Terreno en el que figura entre los mejores en España.
En su mochila (más de 10 kilos de peso que carga a diario allá donde va, aunque a él parecen no pesarle), no falta su portátil, varios cuadernos de dibujo repletos de bocetos, personajes... y unos cuantos estuches con un buen surtido de rotuladores y lápices. “Llevo siempre muchos rotulares”, reconoce. Como para que no le pille desprevenido si necesita de repente uno concreto para una de sus creaciones: “personajes misceláneos, terroríficos, coches.... O robots. Me gustan los robots gigantes”. Y nos adelanta que tiene en mente la creación de un personaje propio en este sentido.
“La pregunta no es cuándo comenzaste a dibujar, si no en qué momento dejaste de hacerlo”
En cuanto al mundo digital, le debe todo al programa con el que trabaja: Flash. “Los animadores le debemos más a este programa que a Disney. Flash democratizó la animación. De una manera sencilla te permite probar lo que has hecho, ver lo errores”, nos explica. Antes, “todo se hacía a mano, con papel y lápiz, una mesa de luz, escáner, ordenador... dibujo a dibujo”, recuerda.
Entre sus habilitades artísticas y técnicas, cita la facultad de adaptarse a lo que quiere cada cliente como especialista en animación 2D. “Para hacer lo que me gusta, tengo el resto del día”, dice. Y aquí aparecen sus cuadernos y rotuladores, su vía de escape.
Dibuja desde que tenía 4 ó 5 años. “Como todos los niños, porque la pregunta correcta es en qué momento dejamos de dibujar. Todos dibujamos de pequeños, lo que pasa es que el miedo a hacerlo mal, una amenaza en todos los órdenes de la vida, hace que en un momento dado dejemos de hacerlo. Yo no he parado”, puntualiza.
Esta pasión por el dibujo y la pintura está ligada a otra persona de Boadilla, el pintor Ángel Torres, al que admira como un discípulo a su maestro. “Fue profesor mío en el Colegio Virgen del Bosque y luego estuve yendo a sus clases en su estudio”.
El curso pasado fue además profesor en la U-TAD, centro universitario especializado en tecnología y arte digital. “Una experiencia nueva”, reconoce. Y actualmente trabaja en un proyecto para Disney Chanel.