Boadilla y su historia

Yacimiento de San Babilés: las últimas excavaciones en el cerro

Durante el mes de julio y principios de agosto se ha llevado a cabo la última campaña de excavaciones arqueológicas en el yacimiento de San Babilés.

 

Esta intervención se enmarca en un conjunto de actuaciones proyectadas para el periodo 2021-2023 por el Ayuntamiento de Boadilla en el enclave arqueológico más singular de nuestro municipio y con un gran significado espiritual, que se concretan en: continuar las investigaciones arqueológicas, acondicionar el terreno circundante, el vallado perimetral de la zona arqueológica, musealización de los restos arqueológicos, redacción del proyecto y construcción de la nueva ermita.

 

La actuación arqueológica, ejecutada por ARGEA Consultores bajo la dirección de los arqueólogos Roberto Menduiña y Jorge Vega, tenía por objeto trabajar en tres ámbitos distintos del yacimiento.

  • Lo primero que se hizo fue el desbroce de vegetación, limpieza y la retirada de tierra utilizada para los rellenos de las zonas profundas ya excavadas en la última campaña llevada a cabo en 2016.
  • Posteriormente se intervino en la primera zona de trabajo, que fue el presbiterio de la ermita, donde todavía se mantenía parte del solado de baldosas de ladrillo correspondientes al primer edificio del siglo XIII.
  • Bajo este suelo se localizaron varias tumbas excavadas en el suelo terroso al igual que la mayoría de las exhumadas en campañas anteriores.
 

Enterramientos

Una de las fosas de enterramiento muestra un individuo adulto y otro infantil que debieron ser inhumados simultáneamente, mientras que por encima de estos se localizaron restos correspondientes a otro individuo. Los restos óseos se encuentran dispersos y alterados, lo que confirma el expolio sufrido por estas tumbas. Los únicos restos asociados a la tumba son algún fragmento de hierro y de un recipiente cerámico, un clavo y un alfiler de bronce. Este último con toda probabilidad serviría para sujetar el sudario de alguno de los inhumados.

 

Otras dos de las tumbas excavadas eran de similar morfología que la anteriormente descrita y ambas mostraban una reducción de huesos a los pies, correspondiente al primer enterramiento y el secundario se conservaba en posición anatómica y decúbito supino. Tan solo se encontraron restos de madera pertenecientes a los ataúdes.

Así pues, esta zona del interior de la cabecera de la ermita nos aportó nuevos enterramientos similares a los ya conocidos. Se trata de fosas simples excavadas en la tierra, algunas presentan restos de losas de granito a modo de tapaderas y con escasos ajuares. Todas estas tumbas presentan reutilizaciones, reducciones y en algunas ocasiones expolios.

Los localizados bajo el suelo enlosado primitivo de la ermita tendrían una cronología bajomedieval algo posterior al siglo XIII, época en que se construyó la ermita original. La cuarta tumba, excavada en el suelo de tierra igual que las anteriores, permitió documentar un enterramiento infantil, con una laja de piedra colocada a sus pies, bajo el cual se recuperó una moneda de bronce con inscripciones ilegibles hasta que se limpie y restaure convenientemente.

 

Almacenes subterráneos

Otra zona de excavación se concreta en un área ya exhumada en parte en la campaña anterior de 2016. Se trata de una estructura subterránea excavada en el suelo, fuera de la ermita y al noroeste de la misma.

En ellos se guardaban grandes tinajas, sacos u odres para guardar cereal, aceite o vino procedentes de las donaciones de los feligreses

Se define por un acceso compuesto por una embocadura de ladrillo de un metro de longitud que enmarca un tramo de escaleras realizadas con el mismo material y con madera.

Esta gran estructura no se ha podido excavar en su totalidad debido al peligro que presentaba la conservación de sus paredes terrosas por la amenaza de hundimiento. Es probable que este almacén tuviera una techumbre de madera que incluso podría estar excavada en la propia tierra.

Esta entrada daría paso a un almacén en cuyas paredes se localizan siete hornacinas de buen tamaño también excavadas en la tierra y con suelos de madera, como nos indican los restos de este material que han podido recuperarse. Ahí se almacenarían grandes tinajas, sacos u odres para guardar cereal, aceite o vino procedentes de las donaciones de los feligreses.

 

La tercera y última zona de trabajo, donde también se actuó en la campaña de 2016, se encuentra casi adosada a la pared noroeste del presbiterio de la ermita. Al igual que el caso anterior, se trata de los restos de otro almacén subterráneo con hornacinas, destruido en buena parte como consecuencia de intervenciones no arqueológicas realizadas de antiguo.

Es curioso señalar cómo la pared de esta estructura más cercana a la iglesia debió hundirse en algún momento, lo cual contribuyó a que tuviesen que construir un pequeño muro de ladrillo de contención para evitar más desplomes. Estas zonas de almacén, a falta de elementos concluyentes, podrían atribuirse a los siglos XV-XVII.

En estos dos almacenes sólo se han recuperado materiales de relleno compuestos por fragmentos de ladrillos, piedras y alguna cerámica poco diagnóstica.

Conviene señalar cómo se articulaba el espacio inmediato a la ermita: al noroeste se excavan pozos y depósitos de almacenamiento para las ofrendas; mientras que en el resto del área circundante se localizan las tumbas.

 

Cofrades generosos

Las ordenanzas de la Hermandad de San Babilés de 1478 en su epígrafe 10c nos señalan que “otrosi ordenamos e mandamos que de aquí en adelante pague de entrada cada cofrade media libra de cera y media fanega de trigo”, lo cual, junto con las donaciones recibidas por los feligreses, implicaban importantes dádivas que requerían de los correspondientes lugares de almacenaje. Estas circunstancias nos inducen a considerar que estos almacenes excavados en el suelo podrían atribuirse a los siglos XVI-XVII.

 

Jornada de puertas abiertas

Esta campaña de trabajos arqueológicos finalizó con una jornada de puertas abiertas el día 26 de julio a la que acudieron cerca de doscientos vecinos a conocer de primera mano los últimos hallazgos y el proyecto para construir una ermita, y donde los miembros de la Hermandad de San Babilés nos agasajaron con refrescos y una abundante merienda.

 

Gracias a San Babilés, los trabajos arqueológicos se desarrollaron con normalidad, sin sobresaltos y, a pesar del fuerte sol, una suave brisa siempre permitió superar el calor veraniego.