Si repasamos las páginas de la historia, observamos el flujo originado por la inquietud e incertidumbre que se da en España en plena invasión musulmana, y el sucesivo avance de la Reconquista hacia Madrid y Toledo. También vemos pasar por las espesas tinieblas de los siglos al obispo regionario de Cascante, que ejercía su ministerio por donde le llamaba la necesidad. Acompañado por dos hermanos, va marcando huellas en las piedras de la santidad y su hierática mirada queda plasmada en su recorrido por León, Quintanilla del Olmo, Villafáfila, Boadilla del Monte…
Aquí, en Boadilla, eligió como habitáculo una ermita poco distante del pueblo, donde pasaba en oración los días y las noches, esparciendo tal fama que atraía a una multitud expectante.
Estos hechos movieron a las gentes a enviar a sus hijos a aquel santo maestro para que les enseñase los rudimentos literarios y la doctrina cristiana.
Enterados los musulmanes del sanguinario Al-akan, dieron muerte a Babilés, sus dos hermanos y a 80 niños de aquella escuela cristiana.
El primer personaje histórico de Boadilla
Nos estamos refiriendo, se puede decir, al primer personaje histórico de Boadilla. Es el primer hombre del cual se tiene conocimiento en el padrón histórico de nuestro pueblo. Es el testimonio, en este caso martirial, que destacó de la estulticia anónima de los primeros pobladores de este pedazo de tierra castellana que ya, desde entonces, adquirió la aureola de la santidad. Tal es así, que la historia de nuestro venerado San Babilés, es el único hecho que ha permanecido vivo, desde el año 815, en su recorrido por las caceras de la memoria hasta nuestros días.
Tenemos varios ejemplos para demostrar que el eco de las tradiciones ha ido siempre hermanado al devenir de la historia. En el capítulo 51 de las relaciones de Felipe II, se dice sobre Boadilla: “En el término e dezmería del dicho lugar, hay una ermita señalada de San Babilés, de gran devoción y muchos milagros que en ella se han fecho, habiendo sanado muchos de muchas enfermedades, especialmente han sanado muchos de quebrados, y aún quieren y vienen de ordinario mucha gente a la dicha ermita en una capilla de ella está sepultado el cuerpo de dicho Santo”.
Doscientos años después, en el cuestionario del Cardenal Lorenzana, se dice también sobre Boadilla: “Extramuros de esta población, como a un cuarto de legua, hay una ermita y en ella la imagen de San Babilés, el cual fue obispo de Pamplona […] dicho Santo es especial abogado de los niños quebrados […] el príncipe Baltasar Carlos, hijo del señor Felipe IV, rey de las Españas, siendo niño vino a visitar la ermita del glorioso mártir y obispo San Babilés y desde entonces se viene pagando la contribución de 300 reales y 6 maravedís de vellón a dicha ermita por mandato de nuestros católicos monarcas…”
Y así se confirma, en la tradición constante, que el pueblo de Boadilla le viene dedicando desde entonces. Pero, sobre todo, con las certezas documentales que nos muestran las recientes excavaciones realizadas en el paraje que lleva su nombre.