Boadilla y su historia

Los retratos ocultos de Goya y la familia del infante don Luis

A lo largo de la historia se conocen numerosos ejemplos de cuadros sobre tabla o lienzo que bajo la imagen actual esconden otras representaciones, sacadas a la luz a través de radiografías de las obras. Los artistas reutilizaban obras inacabadas o bocetos para ahorrar el coste de los soportes. Situación a la que no eran ajenos los más ilustres pintores, como el propio Francisco de Goya. En este sentido contamos con dos curiosos ejemplos del pintor de Fuendetodos que estuvieron en manos del infante don Luis y su familia.

 

La primera de estas obras es el retrato de Jovellanos con el arenal de San Lorenzo al fondo, un óleo sobre lienzo con unas dimensiones de 205x116 cm que se encuentra en el Museo de Bellas Artes de Asturias como depósito del Museo Nacional de Escultura, y que constituye el primer retrato que realizó Goya a Jovellanos. El segundo corresponde a 1798. Ambos, resultado de la amistad del pintor con el escritor y político ilustrado.

En la obra que nos ocupa, el retratado porta orgulloso la venera y escarapela de la orden de Alcántara en su casaca, lo cual, junto con el regreso del escritor a Gijón en 1782, tras 15 años de ausencia de su tierra natal, con la misión oficial de construir un camino entre Gijón y Oviedo, justifica para algunos autores esta obra: ensalzar la figura de Jovellanos.

En 2010, el Instituto de Patrimonio Histórico Español radiografió una serie de cuadros del Museo de Bellas Artes de Asturias, entre el que se encontraba el retrato del escritor, presentándose los resultados de la investigación por parte de la jefa del Departamento de Conservación y Restauración del museo, Clara González-Fanjul.

DescubrimientoLo sorprendente de la radiografía fue la presencia de la imagen de una mujer bajo el retrato de Jovellanos. Tras un pormenorizado análisis de la efigie de la mujer, se llegó a la conclusión de que se trataba de María Teresa de Vallabriga, esposa del infante don Luis. Los rasgos fisionómicos y la comparación con el retrato de María Teresa también realizado por Francisco de Goya, y que actualmente forma parte de la Colección de Juan Antonio Pérez Simón (ambos, junto a estas líneas), fueron definitivos para establecer su identidad.

Retrato de la mujer del infante

En 1783 el pintor aragonés paso el verano en Arenas de San Pedro invitado por el infante don Luis para realizar una serie de retratos a su familia, y que finalizaría en otra estancia en el verano del año siguiente. El retrato de la mujer bajo el cuadro de Jovellanos es evidente que se trata de María Teresa de Vallabriga y constituiría un boceto de la obra definitiva que alberga la Colección Pérez Simón y con la que guarda una sorprendente similitud.

Este boceto sobre lienzo sería reaprovechado probablemente ese mismo año de 1783 para retratar por primera vez a Gaspar Melchor de Jovellanos. El rostro del escritor asturiano se encuentra directamente superpuesto al de María Teresa de Vallabriga, quien parece estar solo representada en el tercio superior de su cuerpo, al igual que en el retrato definitivo de la colección Pérez Simón, si bien este último presenta dos diferencias con el que nos ocupa: se trata de un óleo sobre tabla y de menores dimensiones 67,2 x 50,4 cm.

Otra sorpresa en el cuadro de la Condesa de Chinchón

La otra obra de Francisco de Goya que nos ha ofrecido una sorpresa es el cuadro de María Teresa de Borbón y Vallabriga (1780-1828), Condesa de Chinchón e hija del infante don Luis, que se custodia en el Museo del Prado.

Se trata de un magnífico óleo sobre lienzo de buenas dimensiones (216 x 144 cm) en el que el pintor aragonés retrató a la condesa de Chinchón, esposa de Manuel Godoy, Príncipe de la Paz, el año de 1800 y a quien ya había pintado en 1783 en Arenas de San Pedro con tan solo dos años de edad, y que actualmente se encuentra en la National Gallery of Art, Washington.

En el Prado desde el año 2000

Este cuadro fue comprado por el Museo del Prado en el año 2000 por 24 millones de euros, ejerciendo su derecho de tanteo y retracto conforme a la Ley de Patrimonio Histórico Español. El museo aprovechó para hacerse con la obra para de los 42 millones de euros con los que contaba, resultado de la venta de los inmuebles procedentes de la herencia que Manuel Villaescusa Ferrero había legado al museo.

A lo largo del siglo XX, el cuadro tuvo varios intentos de compra por parte de grandes coleccionistas e instituciones, como el magnate armenio Calouste Gulbenkian, probablemente también el Museo Paul Getty, la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Ibercaja y el coleccionista Juan Abelló, con quien ya tenían los hermanos Carlos, Luis y Enrique Rúspoli, propietarios de la obra, un preacuerdo de venta ante el que ejerció su derecho el Estado español.

El mismo año de la adquisición, el Museo del Prado realizó una serie de análisis de la obra, siendo la radiografía la que ofreció los datos más interesantes. Al girar la obra 180 grados y a la altura de la falda de la condesa aparecen otros dos retratos.

Tres retratos en un lienzo

El primero y más antiguo fue identificado en el estudio de Carmen Garrido (Boletín del Museo del Prado, 2003) como José Álvarez de Toledo y Gonzaga (1756-1796), marqués de Villafranca y Duque de Alba por su matrimonio con la XIII Duquesa, que también retrató Goya. Únicamente se reflejan la cabeza y busto, si bien su extraordinaria similitud con los otros retratos que realizó el pintor aragonés al duque en 1795 confirma su identificación con este.

Sobre el Duque de Alba se encuentra en la misma disposición otro retrato, en esta ocasión de Manuel Godoy, casado con la Condesa de Chinchón en 1797. Se encuentra representado de cuerpo entero con traje de gala y portando sobre el pecho las condecoraciones de la Cruz de Malta y la Orden de Carlos III.

Así, este lienzo incorpora tres retratos. El primero realizado en 1796 al Duque de Alba; posteriormente, entre 1796 y 1800, a Manuel Godoy, por entonces Duque de Alcudia y Príncipe de la Paz. Y, por último, en 1800 a su esposa la condesa de Chinchón.