Todos hemos visto en más de una ocasión sus nidos colgados de las copas de los pinos. O largas filas de orugas que, en procesión, una detrás de otra, van avanzando; de ahí su nombre común. Estas orugas procesionarias, científicamente llamadas Thaumetopoea pityocampa, son la fase larvaria de una especie de lepidóptero (mariposa) y son una plaga para los pinos, abetos y cedros.
También son un serio problema para nuestras mascotas ya que producen cuadros urticantes y reacciones muy severas si entran en contacto con ellas. Y es que las orugas están recubiertas de unos pelos urticantes que se desprenden y flotan en el aire, por lo que pueden provocar irritación en oídos, nariz y garganta, así como intensas reacciones alérgicas.
Tanto perros como gatos encuentran fascinantes a estas orugas. Atraídos por su color y sus movimientos, se acercan a olisquearlas e incluso llegan a lamerlas o ingerirlas. Esto les causa problemas muy graves. La sustancia que le confiere esta capacidad urticante es una toxina termolábil denominada thaumatopina.
Este veneno urticante de las orugas provoca una reacción alérgica e inflamatoria muy fuerte, y que hay que tratar inmediatamente.
En la clínica nos encontramos con inflamaciones severas del hocico, párpados lengua, garganta (con la consiguiente dificultad respiratoria y posible asfixia), etc. Por causa de las orugas se ven, incluso, áreas de necrosis en las zonas de contacto (muy frecuentemente la lengua) y se llegan a perder los trozos de lengua afectados. Ante estas situaciones conviene acudir urgentemente al veterinario para iniciar la terapia adecuada a la mayor brevedad posible.
Precaución por tanto estos días con la llegada del calor y la primavera durante el paseo con nuestras mascotas. Y si se ven afectados, hay que acudir al veterinario de inmediato. La atención temprana es fundamental para minimizar las posibles consecuencias.