En breve comenzará la restauraciónde una nueva parte del entorno delPalacio del Infante don Luis. Se trata del gallinero, un conjunto con dos edificaciones: la casa de aves propiamente dicha, edificio de planta central con dieciséis lados (casi un círculo) y un añadido en forma de T; y la vivienda de planta rectangular diseñada para el encargado de la casa de aves.
Esta casa de aves o gallinero, ubicada entre el convento carmelita, el palacio, el aula medioambiental y a espaldas de la fuente de Ventura Rodríguez, dio cobijo a la colección de aves vivas del infante y quizá a otros animales (tenía una cebra, un oso y cabras de angora).
De cómo era, la única referencia que hay es un plano del catastro del año 1868 y fotos aéreas anteriores a la Guerra Civil
Tal y como recoge el arquitecto José Ramón Duralde,redactor del proyecto de rehabilitación y que ha firmado también prácticamente todos los trabajos de rehabilitación del palacio acometidos hasta la fecha, “las edificaciones del llamado gallinero fueron mandadas construir por don Luis de Borbón posteriormente a la edificación del palacio, como parte de sus dependencias pues su construcción no figura en el contrato de obras de 1762. Hemos de suponer que sea posterior a 1765, cuando se acabaron los principales trabajos del palacio”.
Estas edificaciones han sobrevivido al deterioro del paso de los años, empezando por la pérdida de su uso original tras la muerte del infante, que llevó a la desaparición de elementos esenciales como las jaulas.
Las destrucciones de la Guerra Civil y las adaptaciones funcionales posteriores alteraron elementos como las cubiertas de la planta central o su distribución en la zona de corrales. Y ya cuando hace unas décadas se prescindió del último guarda que habitaba el edificio,se inició un proceso de destrucción que ha llevado al conjunto al estado actual.
De cómo era, la única referencia que hay es un plano del catastro del año 1868 y fotos aéreas anteriores a la Guerra Civil.
En el eje del palacio
El destino original del edificio era albergar las colecciones de aves y especialmente los faisanes que por entonces se intentaban criar en esta y otras residencias vinculadas con la monarquía, como los palacios del Retiro, La Granja y Aranjuez. El edificio se construyó dentro del eje del palacio y de su importancia da fe la casa que se le construyó al encargado del aviario.
Es fruto de un momento cultural histórico, en el que las cortes europeas se preocupaban por la ciencia y el conocimiento
Se podría decir que parte de su relevancia viene, además de por su tipología, por ser fruto de un momento cultural histórico, en el que las cortes europeas se preocupaban por la ciencia y el conocimiento. Entre príncipes y reyes se había extendido la tendencia a coleccionar animales exóticos, vivos o disecados, además de rarezas de la naturaleza, conchas...
El siglo XVIII, con su racionalismo y curiosidad enciclopédica, impulsa y da un sentido científico a tales colecciones, muchas de ellas germen de museos actuales de ciencias naturales. El infante poseyó un gabinete de historia natural con una de las colecciones más importantes de la época. Desgraciadamente, de todo ello apenas quedan unas pocas aves disecadas.
Nuevas pistas
Mucho de lo que no sabemos debido al deterioro del edificio y sus transformaciones, puede que surja ahora durante los estudios arqueológicos y en los movimientos de tierras de las obras.
El proyecto de rehabilitación recuperará su aspecto original y acondicionará para un uso futuro dentro de las posibilidades del conjunto. Tendrá, baños, un sistema de climatización por geotermia, zona de cafetería, una terraza sobre el palacio o una buena accesibilidad.
Sobre cuál será ese uso, no hay nada decidido. Podría albergar un museo o actividades complementarias con las del palacio o el aula medioambiental. Las obras finalizarán en once meses.