El origen del belén se sitúa en 1223 cuando en la localidad italiana de Greccio (Lacio), San Francisco de Asís llevó a cabo la misa de la Nochebuena en una cueva escenificando el natalicio de Jesús. Desde entonces y hasta hoy en día, el belenismo ha ido cobrando fuerza e identidad, de tal modo que, desde 2022, se encuentra protegido en España como bien de interés cultural (BIC) como manifestación representativa del patrimonio cultural inmaterial.
Boadilla y su historia
El belén del infante
En España los inicios de esta tradición se remontan al siglo XIV con un misterio tallado en alabastro atribuido a las manos del escultor Bernat Roca en la segunda mitad del siglo XIV, y hoy en día custodiado en el Museo del Monasterio de Pedralbes en Barcelona.
Si bien el belén del convento franciscano de Nuestra Señora de los Ángeles, de finales del siglo XV (hoy conservado en la iglesia de la Anunciación en Palma de Mallorca), se considera el belén en uso más antiguo de nuestro país.
Aunque tenemos referencias desde el siglo XIV, será en el siglo XVII cuando en los palacios, conventos y monasterios españoles se asiente esta tradición; época en la que llegarán a nuestro país varios belenes napolitanos.
Con todo, el reinado de Carlos III consolidará esta costumbre navideña en los palacios reales, destacando el denominado Belén del Príncipe, que regaló el rey a su hijo, el futuro monarca Carlos IV, y que llegó a constar de 5.950 figuras realizadas por diferentes artistas y del que hoy se conservan solo 89, siendo ampliado en 2001 con 143 adquiridas por Patrimonio Nacional y que podemos admirar todas las navidades en el Palacio Real de Madrid.
De Nápoles a la corte española
El belén del infante don Luis tuvo que iniciarse con un regalo que le envió entre 1745 y 1750 su hermano Carlos VII como rey de Nápoles. Consistió en una natividad con figuras de barro cocido, policromado y con ricos vestidos, colocados en un mueble de caoba todo ello de estilo napolitano. Sophie Domínguez-Fuentes, en su trabajo titulado La influencia del presepe napolitano en la corte española: el belén del Infante don Luis, publicado en 2005, extrae las referencias en la testamentaria del infante a las figuras del belén, sus dimensiones y valor estimado. Así encontramos el Cortejo de los magos (tasado en 2.700 reales de vellón), la Adoración de los pastores y el Ángel de la Anunciación, todos ellos con unas dimensiones de 30x50 cm.
Por otra parte, se cuentan el Joven andaluz a caballo y Soldado romano a caballo, con valoraciones altas (1.800 reales de vellón) que traducen la alta calidad de las figuras. La natividad napolitana se tasó tan solo en 600 reales de vellón, mientras que para el resto de figuras de animales y tipos populares (abad, lego limosnero, pobre espulgándose, choricero, castellanos, pasiegos y andaluces, etc., todos ellos con sus trajes regionales) su valoración estaba entre 10 y 1.080 reales.
Domínguez-Fuentes apunta que el belén del infante presentaba al mismo tiempo episodios anteriores y posteriores sin una unidad cronológica, al estilo de los belenes españoles clásicos, y tampoco presentaría perspectiva alguna ni hay referencias a arquitecturas. De igual modo, este belén debió reflejar muchos tipos populares, generando una obra más castiza, con un sentido más napolitano que piadoso.
Las figuras
Juan Cháez (1750-1809), escultor de cámara del infante don Luis desde 1783 y hasta el fallecimiento de éste, realizó seis figuras del belén del infante, cuyo paradero se desconoce tras su venta en la almoneda de los bienes del infante tras su fallecimiento.
Tras el fallecimiento del infante don Luis, en la hijuela de María Teresa de Vallabriga constan una serie de objetos elegidos por esta “para su servidumbre” y entre estos se citan “Efectos de Escultura y Ebanistería: el Belén, juego de ajedrez, de la gallina y la zorra, un cazador con escopeta, de Cháez, …, un majo y una maja de Chaéz…”. Así pues, el belén del infante debió pasar a manos de su viuda quien lo trasladaría al palacio de Boadilla del Monte, y se hace alusión expresa a una serie de objetos cuya autoría es de Juan Cháez, pero desconocemos si todas ellas formaban parte del belén o más bien algunas de ellas se trataban de otro tipo de esculturas que realizó para el infante.
De quien hay constancia que fue el autor de la mayor parte de las figuras del belén del infante fue José Moreda, presbitero, que trabajó para él entre 1752 y su muerte en 1769, quien realizaría 112 figuras de barro cocido y policromado. Al parecer, algunas de las figuras del belén no adjudicadas a la viuda del infante se malvendieron a precios económicos en la Calle Tudescos de Madrid en 1787, en la primera almoneda de los bienes de don Luis.
La hija menor del infante, María Luisa, se quedaría con la Adoración de los Reyes, la de los pastores y La Natividad, tras haber sido retiradas de la almoneda. Tristemente, hoy en día se desconoce el paradero de las figuras del, sin duda, singular y numeroso belén del infante don Luis.