Cuántas veces nos hemos encontrado con amigos que trabajan en algo que no han estudiado pero que les gusta; o los que trabajan en lo que han estudiado, pero no les gusta… O caemos en la cuenta de trabajos que existen y desconocíamos, pero nos parecen interesantes. Carmen García, psicóloga y experta en Recurso Humanos, destaca entre los males del sistema educativo actual “la importante discordancia existente entre el mundo educativo y el mundo laboral en nuestro país. Educamos a nuestros jóvenes para que saquen buenas notas, cuando aspectos como la inteligencia emocional, sus conocimientos complementarios, de idiomas, informáticos, experiencias laborales previas, etcétera, son los que marcan la diferencia entre un joven que se adapta a su profesión y alguien que sólo tiene conocimientos académicos por excelentes que sean”.
Algo que vivió en primera persona desde su puesto como gerente de empleo de una multinacional. “Después de una carrera y un máster, me di cuenta de que muchos de los jóvenes de las becas que seleccionábamos aún no tenían claro a qué se querían dedicar. Más de un 50% de las personas que trabajan lo hacen en cosas que no les motivan y, lo que es peor, tienen claro a qué les hubiera gustado dedicarse”.
¿Cómo se puede evitar o intentar que en la medida de lo posible no le pase esto a un hijo nuestro? La clave está en ir más allá de la mera decisión académica y enfocarse hacia las profesiones que quieren desempeñar.
¿Qué hay que tener en cuenta para ello? El primer paso es el autoconocimiento por parte del joven: sus debilidades, sus fortalezas, su motivación hacia el trabajo, sus posibilidades de adaptación a entornos laborales concretos. Descubiertos sus talentos y sus posibilidades, tienen que explorar las opciones que les ofrece el entorno y trazarse un plan.
¿Cuándorecomiendaqueeljovencomience a prepararse para escoger el camino más adecuado? La fase de autoconocimiento tiene que empezar, así se lo exige el sistema educativo con caminos ya cerrados desde 3º de secundaria, lo antes posible. Aunque a veces no están maduros para tomar estas decisiones. Es por eso que necesitan ayuda.
¿Yquéaconsejaríaa un padre o a un joven? Como padres, podemos ayudarles a conocerse, a tener metas ambiciosas, pero basadas en lo que ellos son y lo que quieren ser. Tenemos que dejar que se equivoquen, que investiguen, que sueñen y que tomen sus propias decisiones desde la responsabilidad. Es importante que decidan por ellos mismos, pero sólo lo pueden hacer desde la información. Como cuando tomamos cualquier decisión: sabiendo las amenazas y oportunidades que tienen las diferentes opciones después de evaluarlas.
Entre las opciones, por ejemplo, nosotros impartimos un programa de orientación donde cada persona, desde el quien soy, llega a una minuciosa investigación de las opciones que les llaman la atención hasta lograr un plan, una meta que no es sólo académica sino un plan acompañado de todos los ingredientes que van a necesitar para llegar a ese primer empleo en la profesión que eligen. n
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